El relato de Pedro Sancho, publicado en 1873, resume el asombro y admiración que los españoles tuvieron al poner los pies en el ombligo del mundo.
Pedro Sancho Secretario personal de Pizarro |
La cosa más bella que puede verse en estos edificios son estos girones, porque están construidos de piedras tan grandes, que el que las vea no podrá, creer que han sido colocadas por manos de hombres, pues que son tan grandes como pedazos de montañas pedregosas y escollos, y se ven muchas de la altura de 30 palmos y otro tanto de ancho, otras de 20 y 25 y otras de 15; pero no hay una siquiera de tamaño tan pequeño que pueda ser arrastrada por tres carretas: esta no es piedra liza, pero muy bien encajada o tejida la una con !a otra: los españoles que la ven dicen que ni el puente de Segovia, ni los otros edificios que hizo Hércules, ni los Romanos son tan dignos de ser vistos como este. La ciudad de Tarragona tiene en su muralla alguna obra de esta clase y muy parecida, pero no está construida con tanta solidez, ni con piedras de un tamaño tan enorme: estos girones son volteados de manera que si les diera batería no se le podría dar en lo llano sino a través de los jirones que sobresalen afuera, los que son todos de esta misma piedra, y entre una pared y la otra se ha colocado tierra, y en tanta cantidad que pueda caminar cómodamente tres carretas de frente. Están hechos a modo de tres gradas, que el uno comienza en la altura del otro y este en la del otro. Toda esta fortaleza era depósito de armas, mazas, lanzas, arcos, hondas, hachas, rodelas, almillas, fuertemente tejidas, y otras armas diversas, y vestimentas para soldados que se reunían allí de todas partes del país que estaba sujeto a los señores del Cusco. Tenían muchos colores azules, amarillos y otros muchos para pintar telas, y mucho estaño y plomo con otros metales, y mucha plata y algo de oro, y muchas mantas y almillas para los hombres de guerra. La causa porque esta fortaleza tiene tanto artificio, es, porque cuando se fundó la ciudad, que fue edificada por un señor Orejione, que vino de la parte de Cunti-Suyu hacia el mar, grande hombre, conquistó este país hasta Vilcas, y viendo que este era el mejor sitio para hacer su residencia, fundó aquella ciudad con la fortaleza, y todos los demás señores que le han sucedido después hicieron alguna mejora en la fortaleza, por cuya razón siempre estaba creciendo y engrandeciéndose.
Desde esta fortaleza se ven voltear en la ciudad muchas casas a un cuarto de legua, media legua y una legua: y en el valle que está al medio rodeado de colinas, hay más de cien mil casas, y muchas de ellas son de campo y recreo de los señores pasados, y otras de los caciques de todo el país que residen continuamente en la ciudad: las otras son casas o almacenes llenos de ropas, lanzas, armas, metales y telas, y de todas las cosas que nacen y se hacen en el país. Hay casas donde se conservan los tributos que las gentes dan a los caciques: y hay tal casa que en ella hay más de cien mil pájaros secos, porque de las plumas de ellos que son de muchos colores, se hacen vestidos y hay para ello muchas casas. Hay rodelas, planchas de cobre para cubrir las casas, cuchillos y otras herramientas: zapatos y peines para previsión de la gente de guerra, en tanta cantidad que no se puede calcular quienes hubiesen podido dar tan gran tributo de tantas y varias cosas. Cada señor nuestro tiene allí su casa de tributo de estas ropas que se le dieron en vida, porque ningún señor que le sucede (así es la ley entre ellos) puede después de la muerto del finado, llegar a ella en la heredad. Cada uno tiene su vajilla de oro y plata, su ropa y vestido aparte, y el que le sucede no se lo quita; y los señores y caciques muertos tienen cercadas sus casas de placer con los servicios de criados y mujeres, y se les siembran sus campos de maíz, del cual se pone un poco cuando son sepultados. Adoran el Sol, y le han construido muchos templos, y de las cosas que tienen, tanto ropa como maíz y de otra cosa ofrecen una parte al Sol, de lo cual se sirven después las gentes de guerra.
Documentos literarios del Perú colectados y arreglados por el coronel de caballería de ejército, fundador de la independencia, Manuel de Odriozola (páginas 61-64).
Publicado en Lima en 1873.
Publicado en Lima en 1873.
Foto: perutripsplanner.com
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