Alrededor de 2,000 millones de personas celebran cada año el nacimiento de Jesús de Nazaret en la Palestina ocupada por los romanos hace dos milenios. Según los Evangelios de Mateo y Lucas, escritos entre 70 y 90 años después de los hechos, nació de madre virgen, se salvó de ser asesinado y fue adorado por peregrinos de lejanas tierras guiados por una estrella. Estos hechos se reflejan en nuestro calendario, que celebra el nacimiento del bebé (25 de diciembre), la matanza de los inocentes (28 de diciembre), la circuncisión del niño (1 de enero) y la visita de los Reyes Magos (6 de enero).
La historia de la Navidad persigue engrandecer los orígenes de Jesús de Nazaret. Para resaltar el nacimiento del hijo de un carpintero, es presentado como concebido virginalmente, del mismo modo que otros grandes personajes (Alejandro Magno, Augusto y Platón). Y es elegida la aldea de Belén para vincular a Jesús con la profecía de Miqueas (5, 1-3): “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel”.
La historia de los Reyes Magos, que sólo cuenta Mateo, pretende universalizar al Mesías con extranjeros entre sus primeros adoradores. Jesús trasciende así el universo judío. La entrega de presentes entronca con la tradición judía de hacer regalos a los niños después de la circuncisión.
Y con la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, decidida en 350 por el papa Julio I, la Iglesia católica se apropia de la festividad pagana romana del “nacimiento del sol invicto”, Mithras, el alargamiento del día frente a la noche invernal, la victoria de la luz –Jesús– sobre las tinieblas.
La estrella que guía a los magos responde a la costumbre de incluir un fenómeno astronómico en el nacimiento o muerte de todo personaje importante (Julio César).
Por tanto, no hay que forzar una explicación a la estrella de Belén, como han hecho algunos astrónomos desde tiempos de Kepler, quien la relacionó con una triple conjunción de Júpiter y Saturno.
En su mezcla de hechos históricos, mitos, tradiciones y símbolos judíos, Mateo presenta a Herodes como un inútil incapaz de localizar a Jesús, que debe ordenar una matanza infantil –de la que no hay constancia– como hizo el faraón en tiempos de Moisés, con el propósito de presentar a Jesús como el nuevo Moisés, el nuevo Israel, objetivo final de todo el relato.
Navidad, quizá la fiesta más importante del mundo cristiano, conmemora cada 25 de diciembre el nacimiento de Jesucristo, aunque es tradicionalmente celebrada alrededor del mundo, más allá de las creencias religiosas. En cualquier caso, esta festividad representa un verdadero misterio, forjado en base a costumbres ancestrales.
-El nacimiento de una fecha: la tradición de la fe cristiana señala al 25 de diciembre del año 1 d. C. como el día en que Jesucristo nació, fijando esta fecha para la celebración anual de la Navidad, en su conmemoración. Los expertos señalan que Jesucristo habría nacido alrededor de año 4 a. C., cuando Herodes el Grande reinaba en Judea, siendo el solsticio de invierno, los 25 de diciembre, una importante fiesta pagana que el cristianismo adoptó a partir del siglo IV.
-El nacimiento de un lugar: los profetas Miqueas, Lucas y Mateo coinciden en narrar el nacimiento de Jesucristo en la localidad de Belén, precisamente en un pesebre, que pudo situarse en alguna gruta acondicionada a tal efecto. Tanto Marcos, como Mateo, sugieren a través de los textos bíblicos que Jesucristo nació en algún otro lugar de la región de Galilea, y aunque no abundan en detalles, dejan entender que todo sucedió dentro de una casa.
-Los Reyes Magos: la costumbre navideña está fuertemente identificada con la célebre figura de los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar, que arribaron a Belén para agasajar al Niño Jesús, siguiendo la Estrella de Navidad. Sólo Mateo hace referencia al arribo de Magos, sin dar nombres ni cantidades. Se cree que los Reyes Magos eran en realidad sacerdotes persas, astrólogos que se guiaban por las estrellas, y que la tríada tradicional se basó en sus obsequios: oro, incienso y mirra.
-La Estrella de Belén: las escrituras señalan a la Estrella de Belén como el prodigio que surcó los cielos para guiar a los Reyes Magos hasta el lugar preciso en donde se encontraba el niño Jesús, junto a su madre María. La ciencia aceptó tempranamente la idea de que el relato bíblico hace referencia a un cometa. Nuevos estudios indican que pudo haberse tratado, o bien de una supernova, o bien de una conjunción planetaria.
-Santa Claus: con el correr de los años, las costumbres han incorporado a Santa Claus, una figura con distintas variantes a nivel mundial, que en ocasión de la Noche Buena deja regalos para los niños bajo el árbol navideño. El mítico Santa Claus deriva directamente de las leyendas que desde el siglo IV han venerado a la figura de San Nicolás de Bari, obispo beato de Myra muy dedicado a los pobres y distinguido por su generosidad con los niños.
-El árbol navideño: el Árbol de Navidad representa actualmente a uno de los principales objetos del culto navideño, que da inicio a la etapa festiva cada 8 de diciembre cuando la familia se reúne para decorarlo, y finaliza el 6 de enero, tras la noche de Reyes Magos. Es una tradición pagana, originaria de los pueblos germanos politeístas que adoraban al dios del sol y la fertilidad decorando un árbol perenne. San Bonifacio se apropió del rito en un movimiento estratégico para su misión evangelizadora.
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