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sábado, 16 de enero de 2021

La invasión Inca (1470 – 1525)

Fue el soberano Túpac Inca Yupanqui quien, a mediados del siglo XV, comenzó a incorporar nuevos territorios al imperio, alcanzando por el norte hasta Quito, y por el sur hasta el río Choapa. Más tarde su hijo, Topa Inca Yupanqui, terminó por configurar su territorio, dominando hasta el noroeste argentino y la zona central de Chile, e influyendo culturalmente más al sur aún.
Demostrando gran vitalidad, sentido organizador y de adaptación, los incas habían constituido un Estado al que fueron sumando varias funciones. A partir del dominio que la sociedad tuvo de las técnicas agrícolas, se construyeron diversas obras como carreteras, canales y puentes, cuyo mantenimiento quedó al cuidado de una selecta burocracia. Características fueron también las terrazas de cultivo de maíz, alimento base de los incas, y el llamado Camino del Inca, extensa red de rutas que atravesaba el imperio en varias direcciones. Era recorrido por caravanas de mensajeros y oficiales estatales. Y se transformó en el símbolo del dominio incaico.
Las conquistas del tawantinsuyo, nombre con que se conoce al imperio inca, obedecieron a la necesidad de proteger su capital, el Cuzco y, paralelamente, incorporar mano de obra a las funciones de un reino en el cual gran parte de los tributos consistía en trabajo personal. La mayoría de las nuevas anexiones fueron realizadas por soldados reclutados de pueblos ya dominados; sólo los jefes eran de la zona andina nuclear, o de los alrededores del Cuzco. Sus éxitos se explican por el menor desarrollo cultural de los pueblos conquistados, para los cuales su derrota, más que una humillación, significó pasar a formar parte de un sistema social, político y económico muy similar al de su localidad, pero enormemente más amplio y poderoso.

Los incas no tuvieron un propósito de férrea subyugación ni buscaron quebrar las formas de vida y costumbres de los pueblos sometidos. Se contentaron con el reconocimiento de su soberano, el establecimiento de jefes propios en cada lugar, el pago de tributos y la prestación de servicios personales. Como contrapartida permitieron el uso de la lengua autóctona, la permanencia de los caciques nativos, las prácticas religiosas y las costumbres de cada región, configurando una dominación frente a la cual los pueblos sometidos terminaban por adaptarse y colaborar.

Algunas palabras quechua empleadas hoy.


Los incas dominaron Chile en tres etapas: primero, la región del Norte Grande, que fue la que menos dificultades significó, puesto que había escasa población y de avanzado nivel cultural; luego, el Norte Chico y finalmente llegaron hasta el río Maule. En su avance hacia el sur encontraron dificultades con el pueblo mapuche, lo que finalmente obligó a los incas a detener su expansión.
Con el propósito de consolidar su dominio, y utilizando viejas prácticas andinas, los incas construyeron fortalezas llamadas pucarás y establecieron colonias de mitimaes en algunos valles. Estas últimas estaban formadas por grupos trasladados desde territorios fieles, con el propósito de ahogar los intentos subversivos y encaminar a los nativos en el proceso de adaptación a las condiciones culturales impuestas por la dominación.

En el norte, donde los atacameños y diaguitas ya poseían técnicas agrícolas avanzadas y un adecuado sistema de posesión de la tierra y del uso del agua, las innovaciones provocadas por los incas no fueron significativas. Sin embargo, en la zona central, la existencia de canales y acequias a la llegada de los conquistadores españoles delata lo que la presencia inca dejó en el país, que también se materializó en aportes en la elaboración de cerámicas y el trabajo de metales.

El Camino del Inca, sembrado de posadas donde los mensajeros y viajeros podía alojar y alimentarse, también se prolongó hacia Chile. Tres caminos, uno costero, el otro interior y el más importante, cordillerano, unían el país con el Cuzco, contribuyendo así a su integración con el imperio.
El Camino del Inca es el símbolo del dominio del tawantinsuyo. Esta ruta, un idioma oficial común, y caciques locales promovido a la categoría de nobles, contribuyeron a acortar sus diferencias con el Cuzco, además de unificarlos política y culturalmente, sellando así el destino de atacameños, diaguitas y mapuche al del imperio inca.

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