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jueves, 21 de enero de 2016

Cusco en descripción del secretario personal de Francisco Pizarro

El relato de Pedro Sancho, publicado en 1873, resume el asombro y admiración que los españoles tuvieron al poner los pies en el ombligo del mundo.

Pedro Sancho Secretario
personal de Pizarro
La ciudad del Cusco por ser la principal de todas en donde residían los principales señores, es tan grande, tan bella y con tantos edificios, que sería digna de ser vista en España, y toda llena de caseríos de señores, porque en ella no vive gente pobre, y todos los señores fabricaban en ella sus casas así como todos los caciques, aunque 110 residían continuamente en ella. La mayor parte de estas casas son de piedra, y las demás tienen solo la mitad de la fachada de piedra; hay muchas casas de tierra, y están fabricadas con bello orden; las calles son muy derechas, cruzadas, todas enlozadas, y en medio de cada una corre una acequia de agua cercada de piedras; el único defecto que tienen es de ser angostas, pues que por un lado del conducto apenas puede uno ir a caballo y otro al otro. Esta ciudad está situada en lo alto de una montaña; muchas caserías están colocadas en su misma falda, y otras más abajo de lo llano: la plaza es cuadrada, y en gran parte plana y enlozada de piedras menudas; a su derredor hay cuatro casas de señores que son las más suntuosas de la ciudad, pintadas, laboreadas y de piedra; y la mejor es la del cacique Huayna capac, cuya puerta principal es de mármol blanco, rojo y de otros colores; tiene además de esto en las azoteas otros edificios dignos de ser vistos: existen en esta ciudad otros muchos alojamientos y grandezas: pasan a sus flancos dos ríos que nacen una legua lejos sobre el Cusco, hasta que llegan a la ciudad, y dos leguas más abajo, los dos están empedrados para que el agua corra limpia y clara; y para que no inunde en la creciente tienen ambos sus puentes, por los que se entra a la ciudad: sobre la colina hacia la ciudad que es redonda y muy escarpada, hay una fortaleza hermosísima de tierra y piedra con grandes ventanas que miran hacia la ciudad y que la hacen aparecer más bella: en su interior hay muchos alojamientos y una torre principal en el medio, construida a manera de cuba y de cuatro a cinco vueltas, grandes unas superiores a las otras: los alojamientos y aposentos de adentro son pequeños, las piedras con las que es construida son muy bien labradas, y unidas de tal suerte que parece no haber mezcla de cal, y las piedras son tan lizas y pulidas que parecen tablones acepillados con lija, una puesta en contraria de la otra al uso de España: tiene ese edificio tantos cuartos y torres que una persona no podría verlos todos en un solo día, y muchos españoles que lo han visto y que han estado en Lombardía, y en otros reinos extranjeros, aseguran que jamás habían visto otra como esta fortaleza, ni castillo más fuerte. Podrían caber cómodamente adentro cinco mil hombres: no se puede batir por parte alguna, ni mirarla, porque está colocada sobre una peña viva; de la parte de la ciudad que es una colina muy escabrosa, no hay más que un girón, y por la otra parte opuesta que no es tan escabrosa hay tres, uno más alto que el otro, y el último más adentro es el más alto de todos.

Cusco en descripción del secretario personal de Francisco Pizarro

La cosa más bella que puede verse en estos edificios son estos girones, porque están construidos de piedras tan grandes, que el que las vea no podrá, creer que han sido colocadas por manos de hombres, pues que son tan grandes como pedazos de montañas pedregosas y escollos, y se ven muchas de la altura de 30 palmos y otro tanto de ancho, otras de 20 y 25 y otras de 15; pero no hay una siquiera de tamaño tan pequeño que pueda ser arrastrada por tres carretas: esta no es piedra liza, pero muy bien encajada o tejida la una con !a otra: los españoles que la ven dicen que ni el puente de Segovia, ni los otros edificios que hizo Hércules, ni los Romanos son tan dignos de ser vistos como este. La ciudad de Tarragona tiene en su muralla alguna obra de esta clase y muy parecida, pero no está construida con tanta solidez, ni con piedras de un tamaño tan enorme: estos girones son volteados de manera que si les diera batería no se le podría dar en lo llano sino a través de los jirones que sobresalen afuera, los que son todos de esta misma piedra, y entre una pared y la otra se ha colocado tierra, y en tanta cantidad que pueda caminar cómodamente tres carretas de frente. Están hechos a modo de tres gradas, que el uno comienza en la altura del otro y este en la del otro. Toda esta fortaleza era depósito de armas, mazas, lanzas, arcos, hondas, hachas, rodelas, almillas, fuertemente tejidas, y otras armas diversas, y vestimentas para soldados que se reunían allí de todas partes del país que estaba sujeto a los señores del Cusco. Tenían muchos colores azules, amarillos y otros muchos para pintar telas, y mucho estaño y plomo con otros metales, y mucha plata y algo de oro, y muchas mantas y almillas para los hombres de guerra. La causa porque esta fortaleza tiene tanto artificio, es, porque cuando se fundó la ciudad, que fue edificada por un señor Orejione, que vino de la parte de Cunti-Suyu hacia el mar, grande hombre, conquistó este país hasta Vilcas, y viendo que este era el mejor sitio para hacer su residencia, fundó aquella ciudad con la fortaleza, y todos los demás señores que le han sucedido después hicieron alguna mejora en la fortaleza, por cuya razón siempre estaba creciendo y engrandeciéndose.

Desde esta fortaleza se ven voltear en la ciudad muchas casas a un cuarto de legua, media legua y una legua: y en el valle que está al medio rodeado de colinas, hay más de cien mil casas, y muchas de ellas son de campo y recreo de los señores pasados, y otras de los caciques de todo el país que residen continuamente en la ciudad: las otras son casas o almacenes llenos de ropas, lanzas, armas, metales y telas, y de todas las cosas que nacen y se hacen en el país. Hay casas donde se conservan los tributos que las gentes dan a los caciques: y hay tal casa que en ella hay más de cien mil pájaros secos, porque de las plumas de ellos que son de muchos colores, se hacen vestidos y hay para ello muchas casas. Hay rodelas, planchas de cobre para cubrir las casas, cuchillos y otras herramientas: zapatos y peines para previsión de la gente de guerra, en tanta cantidad que no se puede calcular quienes hubiesen podido dar tan gran tributo de tantas y varias cosas. Cada señor nuestro tiene allí su casa de tributo de estas ropas que se le dieron en vida, porque ningún señor que le sucede (así es la ley entre ellos) puede después de la muerto del finado, llegar a ella en la heredad. Cada uno tiene su vajilla de oro y plata, su ropa y vestido aparte, y el que le sucede no se lo quita; y los señores y caciques muertos tienen cercadas sus casas de placer con los servicios de criados y mujeres, y se les siembran sus campos de maíz, del cual se pone un poco cuando son sepultados. Adoran el Sol, y le han construido muchos templos, y de las cosas que tienen, tanto ropa como maíz y de otra cosa ofrecen una parte al Sol, de lo cual se sirven después las gentes de guerra.

Documentos literarios del Perú colectados y arreglados por el coronel de caballería de ejército, fundador de la independencia, Manuel de Odriozola (páginas 61-64). 
Publicado en Lima en 1873.
Foto: perutripsplanner.com

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