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viernes, 1 de mayo de 2015

¡VIVA EL DÍA DEL TRABAJO!

MODELOS ANTIGUOS Y NUEVOS EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XX
La década de los años 70 del siglo XX fue particularmente muy importante para la historia del Perú porque una clase militar emergente quiso imponer sus ideas y transformar el país. El modelo revolucionario que los líderes de esa aventura habían optado estuvo basado en una ideología que no aceptada el capitalismo ni el comunismo. Pretendía imponer una nueva vía de desarrollo, parecida a la que se estaba implantando en Yugoslavia, del mariscal Tito. En el resto del mundo, la pugna que desde principios de siglo se había iniciado entre el modelo capitalista y comunista, mantenía su curso bipolar, teniendo como ejes a Estados Unidos de Norteamérica y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aunque, a partir de los años cincuenta, la República Popular China, de Mao Tse Tung, entró a tallar en la contienda ideológica con una atroz “revolución cultural” que era la punta del iceberg de un modelo comunista totalmente nuevo. La Corea del Norte y Cuba, tercamente, eran las dos repúblicas pequeñas que a su modo y con mil sacrificios de su población, seguían una ruta socialista donde la riqueza estaba mejor distribuída pero poco espacio tenía la libertad.

LA CAÍDA DE LOS MODELOS Y DEL MURO DE BERLÍN
El modelo peruano del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas duró muy poco tiempo, así como el modelo que Tito quiso implantar en Europa. El Perú finalizó regresando a manos de los antiguos dueños del capital y Yugoslavia se balcanizó, formándose después unas cinco repúblicas con orientaciones políticas disímiles. En 1989 cayó el muro de Berlín y el mundo se hizo unipolar solo con los Estados Unidos como cabeza del planeta. China mutó y con la habilidad que sus líderes habían heredado de Lao Tse, Confucio y Mao Tse Tung aprendió muy pronto a convivir con el Tío Sam. Corea del Norte y Cuba, como diminutos lunares en la piel de la humanidad, fueron los únicos países que soportaron con estoicismo la expansión del llamado neoliberalismo, que no es era otra cosa que el neocapitalismo o “capitalismo salvaje”, tal como lo calificó el Papa Pablo II a esta nueva etapa de la vida socio-económica del mundo.


DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL A LA ERA DEL CONOCIMIENTO
A pesar de las marchas y contramarchas que la humanidad soportó en el siglo XX en su concepción ideo-política, el mundo fue avanzando hacía el progreso y el desarrollo industrial dio pase a la Era del Conocimiento, con el soporte esencial de la alta tecnología y la informática, donde, igual que antes, los ejes fundamentales del desarrollo son el capital y el trabajo. Cada uno de estos elementos forman parte sustancial de la producción y de las relaciones sociales de producción, por tanto, sus ideas, costumbres y comportamientos están plasmados en la sociedad entera, principalmente en la dinámica económica y política.

IMPORTANCIA DEL CAPITAL Y DEL TRABAJO Y SU PUGNA HISTÓRICA
¿Quién podría desconocer la importancia del capital, ya sea en bienes de capital o en dinero “contante y sonante” para el desarrollo de un país? De igual manera, ¿quién podría discutir la importancia del trabajo? Nadie, que sea sensato. Sin embargo, ambos factores de la producción han estado en permanente pugna, emprendida por unos para mantener el statuo quo y por los otros para que haya justicia social. Esa lucha por el poder es lo que en el siglo XX convirtió el mundo en planeta de cuatro ejes, dos naturales, los polos
Norte y Sur, y dos artificiales, el Tío Sam y el Oso Ruso, y la que, ahora, lo ha hecho convertir en un trípode de ejes porque el Oso Ruso se debilitó con la Perestroika y desapareció con el Glasnot.
Dicha contienda histórica, entre capitalistas y trabajadores, es la que por no encontrar claros caminos de desarrollo de uno ni otro lado, hizo soñar a los ideólogos y militares peruanos de los años 70 a andar por un camino no capitalista y no comunista, tratando ilusamente de tomar otra vía alterna, inédita y, al fin, poco feliz. El capital y el trabajo llegaron a sus fundamentalismos, sus momentos más iracundos y delirantes. Primero, en la Guerra del Golfo Pérsico, cuando una coalición de treinta y cuatro países dirigidos por Estados Unidos atacó a los iraquiés en Kuwait, principalmente para defender el sistema financiero, entre los años 1990 y 1991. Segundo, entre los años 80 y 90, cuando se quiso hacer pasear victoriosa la “quinta espada” en territorio peruano tratando de tomar el poder del “campo a la ciudad”. La contienda con Iraq todavía tiene secuelas y se está definiendo con la toma de ese país por Estados Unidos. En cambio, las huellas de la “quinta espada” solo se ven en el VRAE.

IMPOSICIÓN DEL GRAN CAPITAL Y UN GRITO DE ESPERANZA
En el resto del mundo también la pugna socio política entre capital y trabajo pasó a dilucidarse en las guerrillas, los campos de batalla y las ocupaciones militares y quien se impuso al fin y al cabo fue el capital. El trabajo se arrinconó en su esquina, ahí está, ensangrentado, magullado y adolorido; pero el obrero, el campesino, el intelectual, el maestro, el ama de casa, todos ellos, hombres y mujeres, trabajadores dignos y honestos, no están todavía exánimes, seguramente van a resurgir gritando como en uno de los versos del poema de César Vallejo:

“Vivan con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro y de Rojas, del héroe y del mártir!
¡Abisa a todos los compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

LA LUCHA NO HA SIDO EN VANA
La búsqueda del espacio histórico entre capitalistas y trabajadores no ha sido en vana. Ayer, el trabajador quiso resarcirse con la bandera del socialismo y no pudo. Hoy, el capitalista se engolosina con la mascarada del neoliberalismo. Pero, no está dicha la última palabra porque hay personas e instituciones que todos los días enarbolan las banderas de la dignificación humana, principalmente dignificando al trabajador. Una de ellas es la Iglesia Católica, que en casi la mitad del siglo pasado discutió ese problema y determinó pronunciarse. Dicho pronunciamiento muy pocos lo saben y si lo saben no lo comentan y si lo comentan, lo tergiversan..

UNA ANÉCDOTA MUY ELOCUENTE
Una anécdota es suficiente para comprender lo dicho. Durante la crisis del Perú muy poco después de la toma del poder por los militares en el año 1968, en el programa “Pulso” de Panamericana TV se presentó el Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, el Ing. Reymundo Duharte. El gran periodista Alfonso Tealdo conducía dicho programa. Uno de los invitados era el periodista de “El Comercio” don Augusto Zimmermann Zavala. Iban y venían las preguntas y le tocó preguntar a Zimmermann.
- ¿Podría decirme el Ingº Duharte si está de acuerdo con la siguiente cita: “El trabajo humano que se ejerce en la producción y el comercio es muy superior a los restantes elementos de la vida económica…?”.
- No estoy de acuerdo-dijo el Ingº Duharte- porque es un pensamiento marxista…
- No señor, es un pronunciamiento de la Iglesia Católica, en Gaudium Et Spes…
- ¡Vamos a un corte! –fue la salida de Tealdo, ducho en estos menesteres.

“ES UN PENSAMIENTO MARXISTA”, DICEN
Todo lo que no era “música celestial” para los oídos de los capitalistas y sus representantes era tildada de marxista y por esa sensación, y con ese pretexto, es que hacen oídos sordos a los reclamos de justicia social.
¿En algún púlpito se ha escuchado comentar el pensamiento de la Iglesia sobre el trabajo y el trabajador? ¿Algún empresario que va a misa todos los domingos, reza de rodillas, se confiesa frecuentemente, etc., etc., ha aplicado en su empresa el pensamiento de la Iglesia? ¿A algún ideólogo se le ha ocurrido comentar este pensamiento en periódico, revista, libro, radio o televisión? ¿A algún dirigente sindical se le ha escuchado argumentar sus demandas basado en el pensamiento de la Iglesia? ¿No será hora de que este pensamiento se vaya imponiendo en este mundo, esclavo del neoliberalismo y del capitalismo salvaje?


¡A LEER, DIFUNDIR Y APLICAR!
Como homenaje a los trabajadores peruanos y al Magisterio de la Iglesia, publico algunas partes de la “Constitución pastoral Gaudium Et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”, para que con argumentos cristianos sepan hacer respetar sus derechos y sigan luchando por la justicia social. Me he dado dos licencias: los subtítulos y el subrayado de lo más pertinente.

¿QUÉ ES LO QUE DICE LA IGLESIA SOBRE EL TRABAJO HUMANO?
“El trabajo humano que se ejerce en la producción y en el comercio o en los servicios es muy superior a los restantes elementos de la vida económico, pues estos últimos no tienen otro papel que el de instrumentos.
Pues el trabajo humano, autónomo o dirigido, procede inmediatamente de la persona, la cual marca con su impronta la materia sobre la que trabaja y la somete a su voluntad. Es para el trabajador y para su familia el medio ordinario de subsistencia; por él el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede practicar la verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la creación divina. No sólo esto. Sabemos que, con la oblación de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobre eminente laborando con sus propias manos en Nazaret. De aquí se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, así como también el derecho al trabajo. Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar, según sus propias circunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente. Por último, la remuneración del trabajo debe ser tal que
 permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común. La actividad económica es de ordinario fruto del trabajo asociado de los hombres; por ello es injusto e inhumano organizarlo y regularlo con daño de algunos trabajadores.
Es, sin embargo, demasiado frecuente también hoy día que los trabajadores resulten en cierto sentido esclavos de su propio trabajo. Lo cual de ningún modo está justificado por las llamadas leyes económicas. El conjunto del proceso de la producción debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular, de su vida familiar, principalmente por lo que toca a las madres de familia, teniendo siempre en cuanta el sexo y la edad. Ofrézcase, además, a los trabajadores la posibilidad
de desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ámbito mismo del trabajo. Al aplicar, con la debida responsabilidad, a este trabajo su tiempo y sus fuerzas, disfruten todos de un tiempo de reposo y descanso suficiente que les permita cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa. Más aún, tengan la posibilidad de desarrollar libremente las energías y las cualidades que tal vez en su trabajo profesional apenas pueden cultivar”.

¿CÓMO DEBE PARTICIPAR EL TRABAJADOR?
“En las empresas económicas son personas las que se asocian, es decir, hombres libres y autónomos, creados a imagen de Dios. Por ello, teniendo en cuanta las funciones de cada uno, propietarios, administradores, técnicos, trabajadores, y quedando a salvo la unidad necesaria en la dirección, se ha de promover la activa participación de todos en la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con acierto. Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones económicas y sociales de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también en semejantes decisiones por sí mismos o por medio de representantes libremente elegidos.
Entre los derechos fundamentales de la persona humana debe contarse el derecho de los obreros a fundar libremente asociaciones que representen auténticamente al trabajador y puedan colaborar en la recta ordenación de la vida económica, así como también el derecho de participar libremente en las actividades de las asociaciones sin riesgo de represalias. Por medio de esta ordenada participación, que está unida al progreso en la formación económica y social, crecerá más y más entre todos el sentido de la responsabilidad propia, el cual les llevará a sentirse colaboradores, según sus medios y aptitudes propias, en la tarea total del desarrollo económico y social y del logro del bien común universal”.


¿CÓMO DEBEN DE SOLUCIONARSE LOS CONFLICTOS LABORALES?
“En caso de conflictos económico-sociales, hay que esforzarse por encontrarles soluciones pacíficas. Aunque se ha de recurrir siempre primero a un sincero diálogo entre las partes, sin embargo, en la situación presente, la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores. Búsquense, con todo, cuanto antes, caminos para negociar y para reanudar el diálogo conciliatorio”.

LOS BIENES CREADOS DEBEN SER EQUITATIVOS
“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás. Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienes suficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde. Es éste el sentir de los Padres y de los doctores de la Iglesia, quienes enseñaron que los hombres están obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no sólo con los bienes superfluos. Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí. Habiendo como hay tantos oprimidos actualmente por el hambre en el mundo, el sacro Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que, acordándose de aquella frase de los Padres: Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas, según las propias posibilidades, comuniquen y ofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como pueblos, a que puedan ayudarse y desarrollarse por sí mismos”

LA FINALIDAD PRIMERA DE LA INVERSIÓN
“Las inversiones deben orientarse a asegurar posibilidades de trabajo y beneficios suficientes a la población presente y futura. Los responsables de las inversiones y de la organización de la vida económica, tanto los particulares como los grupos o las autoridades públicas, deben tener muy presentes estos fines y reconocer su grave obligación de vigilar, por una parte, a fin de que se provea de lo necesario para una vida decente tanto a los individuos como a toda la comunidad, y, por otra parte, de prever el futuro y establecer un justo equilibrio entre las necesidades actuales del consumo individual y colectivo y las exigencias de inversión para la generación futura. Ténganse, además, siempre presentes las urgentes necesidades de las naciones o de las regiones menos desarrolladas económicamente. En materia de política monetaria cuídese no dañar al bien de la propia nación o de las ajenas. Tómense precauciones para que los económicamente débiles no queden afectados injustamente por los cambios de valor de la moneda”.

Lima, 1 de mayo de 2009
Julio R. Villanueva Sotomayor