jueves, 29 de septiembre de 2016

Historia de las siete primeras constituciones del Perú

Reseña histórica de José Silva Santisteban

1. Primera Constitución de 1823
Apenas proclamada la Independencia del Perú, instalose en Lima con gran pompa y solemnidad, el 20 de setiembre de 1822, un Congreso Constituyente, convocado por el general San Martín y compuesto de diputados propietarios elegidos por los departamentos libres y suplentes nombrados por los que aún no lo estaban. Este Congreso sancionó la primera Constitución política en noviembre de 1823, con el carácter de provisional hasta que, terminada la guerra, se reuniera un Congreso general con diputados elegidos por todos los pueblos de la nación.

Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822 (pintura de Francisco González Gamarra)
2. La boliviana o vitalicia de 1826
Llegado el caso, convocose efectivamente el Congreso general para febrero de 1826; mas, no llegó a instalarse, porque 52 diputados que constituían la mayoría, y a quienes se conoce en nuestra historia con el apodo de persas, exagerando las dificultades de la situación, creyeron más obvio aconsejar la adopción de un plebiscito, que dio por resultado la Constitución llamada Boliviana, en la cual se confería a Bolívar el poder vitalicio.

3. La de 1828
La duración de la Constitución de 1826 fue efímera; una insurrección militar dio en tierra con la presidencia de por vida; y en 1827 instalose un Congreso Constituyente, que sancionó la Constitución del 28, reduciendo a cuatro años el período presidencial.

4. La de 1834
Mal seguros debieron estar de su obra [1828] aquellos legisladores, cuando limitaron su duración a cinco años, disponiendo al mismo tiempo que en 1833, se reuniera una Convención para examinarla y reformarla. Vino, en efecto y, anulando la anterior, dio la Constitución de 1834.
A diferencia del Congreso del 28, quiso la Convención, con dificultad la reforma, asegurar larga vida a su Carta; pero, sucedió todo lo contrario; la Asamblea fue violentamente disuelta, encendiose en el país la guerra civil y después de sangrientas peripecias, vimos fraccionarse nuestro territorio ya cercenado por Bolívar, y establecerse en 1836 la Confederación Perú-Boliviana, con el general Santa Cruz por supremo protector.

5. La de Huancayo de 1839
Tres años después, la batalla de Ancash ganada por el general Gamarra, uno de los más grandes capitanes de Sudamérica, derrocó para siempre al protector y restauró la unidad nacional; más, haciendo abstracción de la Carta del 34, que tal vez no le era grata, prefirió convocar un Congreso, el cual, junto en Huancayo, sancionó la Constitución de 1839.

6. La del año 1856
Esta Carta autoritaria [se refiere a la de 1839], que anuló la autonomía de los municipios, estableciendo las intendencias de policía sujetas exclusivamente al Gobierno y confirió a este amplias facultades, no podía contrarrestar las aspiraciones del pueblo, ni la corriente de las ideas. Así fue que su reforma era anhelada ya cuando estalló la revolución de 1854; y alcanzada la victoria, convocose la Convención Nacional, que dio la liberal Constitución de 1856. Como en 1834, la Asamblea fue violentamente disuelta; y como entonces, el país quedó envuelto en la guerra civil.
La Constitución no llegó a regir por completo, a causa del temor que inspiraban las juntas departamentales, con facultades administrativas y políticas; y las reformas radicales que en ella se implantaban fueron mal recibidas: por el clero, que había sido desaforado; por el ejército, cuyos ascensos se dificultaban; por el Gobierno, que veía limitadas sus facultades; por los empleados, que perdieron la propiedad de sus destinos; y en general, por los enemigos de toda innovación.

7. La Constitución de 1860
El deseo de reformar la Carta se manifestó, pues, desde luego; y vino a dar el golpe decisivo la conducta irreflexiva del Congreso de 1858, que con indiscreto, aunque justo celo, se engolló en la cuestión sobre vacancia de la presidencia y puso en grandísimo aprieto al Gobierno. Puestas en temporal receso las Cámaras, el Gobierno impidió su reinstalación, convocando un nuevo Congreso para el 28 de julio de 1860.
Había a la sazón un hombre de vastas miras, exterior dulce y simpático, carácter firme y tenaz, clara inteligencia, variada instrucción, dicción fácil y castiza; este hombre que no era otro, sino el doctor D. Bartolomé Herrera, venía trabajando con infatigable constancia por hacer triunfar la soberanía de los más inteligentes y dotar a su patria de un gobierno fuerte, aristocrático. Herido vivamente por el desafuero eclesiástico y contando con un competente número de distinguidos discípulos que le ayudarán, creyó llegado el momento oportuno de realizar sus planes, entendiose con el Ministerio y quedó acordada la reforma constitucional, mediante un plebiscito que autoriza a los representantes a llevarla a cabo antes de dividirse en Cámaras.
Así sucedió en efecto y la causa liberal parecía perdida, desde que en la primera votación apenas fuimos trece; pero, este pequeño grupo aumentó día a día y luchó con vigor hasta conseguir el triunfo en los dos puntos capitales, que habían motivado la reforma, a saber, el fuero y la reelección, en los cuales se concentraron todos los esfuerzos. Desde que se resolvió mantener el desafuero personal, el reverendo obispo Herrera, presidente del Congreso, dejó de concurrir a las sesiones, abandonó luego la capital, viendo malogrados sus trabajos de veinte años y retirose a su diócesis, donde a poco murió con la amargura del desengaño; y confirmada la no reelección, el general Castilla bajó del mando, consiguiendo así el Congreso lo que en vano habían intentado las armas.

Tomado del Curso de derecho constitucional 
(Centro de Estudios Constitucionales, 2015) 
del preclaro jurista José Silva Santisteban. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

La escritura preinca sobre Pallares

El 21 de octubre de 1934, "LA PRENSA" de Buenos Aires, tuvo la bondad de acoger en sus páginas mi primer artículo, sobre el descubrimiento que hice del sistema ideográficos de escritura que tuvieron los Mochicas. Para comprobar esta teoría, de carácter revolucionario, he recopilado ya miles de documentos arqueológicos, que han contribuido, en el presente, a darle mayor solidez en su estructura. Este singular sistema de reflejar y transmitir el pensamiento humano, no sólo fue empleado por los Mochicas, como ya lo había afirmado en 1934, sino también por los antiguos hombres de las criaturas de Nasca, Paracas, Tiahuanaco y  Lambayeque.

Representación de la posible escritura pallariforme.
En efecto, he hallado centenares de vasos Nasca, exornados con pallares estilizados, que no solamente aparecen en forma simple y con la característica bicromía Mochica (rojo y crema), sino que se combinan, formando, en algunos casos, ideogramas más complejos y bellamente policromados. También existen telas de esta misma cultura, cubiertas con pallares, que por su colorido y diseño, son de gran variedad temática. En el Museo de Arqueología "RAFAEL LARCO HERRERA", de Chiclín, hay un fragmento de tela, en el que he contado hasta 174 pallares.

En el Museo Antropológico de Magdalena del Mar, Lima, se conserva un vaso de la cultura de Paracas, con pallares incisos, de colorido y diseño complicados. Y también entre los famosos mantos de esta misma cultura, admirables por su técnica textil no igualada, hay muchos con numerosas representaciones de pallares estilizados. En algunos, aparecen las divinidades con vestimenta adornada con pallares y en otras se descubre a las mismas con apéndices conteniendo pallares, que al brotar de la boca o barbilla, se prolonga hacia adelante, como si quisieran en esa forma significar la voz del personaje, tal como lo hacían los Toltecas, Aztecas y otros pueblos. Es importante señalar, a este respecto, que dentro de las culturas de los Mayas, los apéndices que brotan de la boca de sus divinidades, representan en efecto la voz.
Los ideogramas, ya en su forma peculiar de gramos o estilizados, que aparecen en otras culturas, amplían el campo de la investigación de la escritura prehistórica, en que estoy empeñado.
Algo más, en algunos de los grandes mantos de Paracas, las cenefas están cubiertas por cientos de pallares de variados diseños y armonioso colorido, que tienen una significación netamente ideográfica. El uso de la decoración cursiva en el arte textil, se refleja hasta nuestros tiempos. Es cosa sabida que durante el Coloniaje, enviaron del Cuzco al Virrey don Francisco de Toledo, cuatro paños que contenían, en forma escrita, la historia de los Incas que fundaron el Imperio del Tahuantinsuyo. El notario Alvaro Ruiz de Navamuel, dice al respecto lo siguiente: "Estaban escritos y pintados en los cuatro paños los bultos de los Ingas, con medallas de sus mujeres y ayllos; en las cenefas, la historia de lo que sucedió en tiempo de cada uno de los Ingas y la fábula y notables que van puestos en el primer paño, uno que ellos dice de Tampo Toco y las fábulas de las creaciones de Viracocha que van en la cenefa del primer paño, por fundamento y principio de la historia, cada cosa por sí distintamente escripto y señalado de la rúbrica de mí, el presente secretario; y de la declaración y prevención para la inteligencia de la historia, y los rumbos y vientos para la demarcación de los sitios de los pueblos, quespuesto por el Capitán Pedro Sarmiento...."

En la actualidad, los más valiosos ponchos del Cuzco están exornados con letras y frases. Las alforjas y los paños de cara, que las mujeres indígenas de Eten, Monsefú y Santa Rosa -descendientes directas de los Mochicas- tejen primorosamente para uso de sus esposos o enamorados, contienen a menudo una frase de amor o de carácter recordatorio. Esta costumbre, todavía generalizada en el territorio peruano, constituye un filón de fuente informativa.
Es cierto que el escollo principal que tuve en mi investigación, sobre la existencia de un sistema de escritura pre-incana, fue aquella serie de anotaciones que nos han dejado los Cronistas, tendientes todas da negar la existencia de otro sistema que no fuera el de los equipos. Pero es que los Cronistas, al referirse a la escritura, no pensaron en otra cosa que en la escritura alfabética y fonética de su uso. Afortunadamente, el Revdo. Padre Joseph de Acosta, honorable y culto sacerdote de la Compañía de Jesús, apartándose de la regla general, ha consignado en su obra lo siguiente: "Las señales que no se ordenan de próximo a significar palabras sino cosas, no se llaman, ni son en realidad de verdad letras, aunque estén escritas, así como una imagen del Sol pintada no se puede decir que es escritura o letras de Sol, sino pintura. Ni más ni menos otra señal es que tienen semejanza con la cosa sino, solamente sirve para memoria, porque el que las inventó, no las ordenó para significar, sino para denotar aquella cosa". Y agrega más adelante: "El otro notable que se infiere es, el que en este capítulo se ha propuesto, es a saber que ninguna nación de indios que se ha descubierto en nuestros tiempos vsa de letras ni de escritura, sino de las otras dos maneras, que son imágenes, o figuras, y entiendo esto no solo de los indios del Piru, i de los de nueva España". Tan importantes conceptos, permiten entonces llegar al convencimiento de que los antiguos peruanos empleaban un sistema ideográfico y no alfabético ; pues el padre Acosa, explica sabiamente, lo que es un sistema ideográfico y lo que es un sistema alfabético.
Pero el padre Acosta, no sólo se contenta con dar luces sobre la antiquísima escritura, sino que compara este sistema con el que empleara el mexicano antiguo. Esta comparación me brindó la oportunidad de emprender un estudio de los dos métodos de escritura: el preconizado por mí y la escritura de las Mayas. A este respecto, el ya tantas veces mencionado padre Acosta dice: "....fuera desta diligencia suplían la falta de escritura y letras; parte con pinturas como los de México, aunque las de Piru eran muy groseras y toscas; parte y los más con Quipos":
Tomé pues un nuevo camino, y comencé a estudiar los jeroglíficos de los Mayas, tanto los que aparecen en los monumentos líticos, como los que cubren las páginas de los códices. Y no ha sido en vano esta labor, pues he encontrado analogías tan valiosas que considero de mi deber señalarlas: con el objeto de que más tarde se pueda llegar a conclusiones de importancia, en el estudio del origen y de las relaciones de las culturas de la América Preincaica.

(Ideogramas Nascas, En éstos se emplea el colorido)
En el presente artículo, precisamente, voy a limitarme a un estudio analítico y concreto de las primera similitudes encontradas:

LOS SIGNOS.- Tratándose de la forma, en unos casos aparecen ovalados y en otros con la misma ovalación, pero con punta a un extremo. Hay jeroglíficos reniforme y muchos semi-rectangulares, con las esquinas ovaladas.
Comparando estas formas con las de los pallares estilizados, que aparecen en los vasos de los Mochicas, Nasca, Paracas y Tiahuanaco y en las telas de Nasca y Paracas, comprobé que no sólo había una gran similitud entre ellas, sino que hasta eran algunas idénticas.

LA YEMA GERMINATIVA.- En la mayoría de los glifos Mayas, casi siempre en el lugar donde debe fijarse la yema germinativa del pallar, se observa un dibujo circular, rectangular, o de líneas paralelas circulares, o simplemente una línea gruesa rectangular, con lo que parece pretendían representar la yema germinativa. En algunos casos, sólo se presenta el contorno; mas este detalle no debe sorprender, puesto que en los pallares ideográficos de los antiguos peruanos, desaparece con frecuencia la yema germinativa. La yema germinativa del pallar, se representa en los signos ideográficos de las culturas peruanas, en la misma forma que lo hacían los Mayas.

(Jeroglíficos Mayas. Nótese la insistencia de dibujar en ellos círculos, elipses, semicírculos, fragmentos de elipses, círculos i elipses concéntricos, que dan la impresión de que quisieran figurar la yema germinativa del pallar. Hay también representaciones ariñonadas, similares al cereal)
ORDENACIÓN.- Los Mayas ordenaban sus glifos en líneas horizontales y perpendiculares, y también, en algunos casos, aparecen indistintamente, alrededor de los personajes míticos o simbólicos. Los hombres de Nasca y Paracas, ordenaban sus ideogramas en las telas, también en líneas horizontales y verticales; y dentro de la cerámica Mochica, los ideogramas aparecen circundando los vasos globulares, en líneas horizontales, o indistintamente mezclados con las representaciones simbólicas, o junto a las divinidades.

HUMANIZACIÓN.- Tanto los Mayas como los Mochicas, antropomorfizan sus signos: y la humanización se verifica, sustituyendo la yema germinativa por el rostro de un personaje.

COMBINACIÓN DE LOS SIGNOS.-Entre los Mayas, aparecen algunos glifos superpuestos los unos sobre los otros; combinan también dos signos, uniendolos con simetría, para lograr un signo combinado. Esta misma modalidad, se halla frecuentemente entre lo vasos de Nasca. Las representación de la mano como signo, es común en los códices mexicanos. Y también aparece representada en la cerámica Nasca.

ELEMENTOS IDEOGRÁFICOS.- Encuéntrese muchos elementos ideográficos similares, en los signos mayas y en los ideogramas peruanos, con puntos de diferentes tamaños y número, círculos, líneas rectas simples y paralelas, líneas curas y curvas paralelas, semicírculos, líneas quebradas, etc. Sin embargo, es mi deber dejar constancia que los signos Mayas son más complicados y denotan una mayor evolución.

GERMINACIÓN EN LOS SIGNOS- Hay que considerar esta analogía como la más importante. En los Códices Mayas, aparecen glifos con la yema germinativa y con los puntos y rayas característicos del pallar; algo más en uno de estos glifos he podido entrever, que el artista hasta quiso representar las arrugas que se forman en la superficie del grano, cuando se seca anormalmente. Muchos de los signos Mayas aparecen germinando. En unos, el brote inicial surge pujante; en otros, los brotes son dobles, constituyendo la segunda etapa del crecimiento. Y la culminación del proceso vegetativo, es representada con la aparición de las primeras ramillas con hojas. Este mismo proceso integral, lo ofrecen también los signos ideográficos Nasca.


(Ideogramas Nasca. Los pallares, con diferentes signos ideográficos, están germinando)

PERSONAJES ZOO-ANTROPOMORFOS.- Alentado por estas analogías tan sugerentes, comencé a estudiar los códices. Mayor fue mi interés, al encontrar a las divinidades Mayas - solas en algunos casos y en otros sentadas las unas frente a las otras - sosteniendo en las manos signos Mayas, de gran semejanza con los pallares; tal como se halla la divinidad Mochica, también con un personaje al frente y sosteniendo pallares de gran tamaño, en el propio acto de descifrar.
En el Códice Troano (Etudes sur le système graphique et la langue des Mayas par M. Brasseur de Bourbourg, París, 1869), comprobé algo más, que me llamó poderosamente la atención: como siempre. he mantenido que los Mochicas utilizaron los personajes simbólicos, para denotar las cualidades del individuo por venados, aves, cientopies, libélulas, etc., antropomorfizados, con el objeto primordial de dar la idea de velocidad, en el desempeño de sus funciones de mensajero. El zorro antropomorfo simbolizaba al descifrados, lo mismo que el felino y la vizcacha (ardilla de los Andes), ambos antropomorfizados. En este Códice, he encontrado personajes zoo-antropomorfos sentados, tal como se les halla entre los Mochicas, y he podido identificar al zorro, al felino, al conejo y al venado, con la particularidad de tener todos ellos, a su lado, los glifos Mayas de formas similares a los pallares peruanos. La tendencia de antropomorfizar a los animales, especialmente a los que aparecen con signos ideográficos que están en poder de ellos o junto a ellos, tiene que preocupar a cuantos nos dedicamos a estos estudios, acrecentando mayormente la inquietud, al comprobar que en ambos pueblos se advierten estas simbolizaciones zoo-antropomorfas.


A. El Felino antropomorfo Maya.B. El Felino antropomorfo Mochica.)
(
En otras páginas del mismo Códice Troano, también aparecen los escribas: en unos casos, con punzones similares a los que usaban los escribas Mochicas, sosteniendo en la mano un signo en forma de pallar; y en otros, en el preciso momento de pintar uno de estos signos. Si bien los Mochicas incidían los pallares, que eran transportados luego por los chasquis, en cambio, conviene aclarar ahora que los hombres de Nasca utilizaban cierta pintura sobre los pallares. En el Museo Nacional de Lima, he encontrado las bolsitas conteniendo los colores y un pallar, un tanto deteriorado, con las huellas de haber sido pintado.


(A. El venado antropomorfo Mochica.B. El venado antropomorfo Maya.)


A. Conejo antropomorfo Maya. Al lado de la cabeza, aparece un glifo de forma idéntica a los pallares-ideogramas peruanos. En sus manos, tiene un jeroglífico del que brotan hojas.
B. Vizcacha antropomorfa Mochica.


                                 
A. Escriba Mochica.
B. Escriba Maya. Nótese que el signo que tiene en la mano, es casi idéntico al ideograma de forma de pallar, que el personaje simbólico que representa el escriba, tiene frente al pico.


(A.- Divinidad Maya, sosteniendo en la mano un jeroglífico.B.- Divinidad Mochica, sosteniendo en la mano un ideograma.)




A medida que se extreme, pues, el análisis, el problema de las analogías adquiere mayor interés, al punto que obliga a perseverar. Pero no he concluido aun mi estudio en los códices, y no sé cuántas sorpresas más me deparará su análisis cuidadoso. Sin embargo, adelantando un poco, he creído conveniente dar a los hombres de ciencia de la América, acaso un breve bosquejo de las analogías encontradas, para incorporarlas a un estudio metódico y sereno. Pues estoy convencido, de que son grandes los problemas que se derivarán y múltiples las interrogantes que han de surgir. Por eso mismo, es necesario acometer las lucidamente nuestro horizonte arqueológico americano, tan rico y todavía enigmático. Ojalá que este llamado tenga eco, y promocionar la Ciencia Antropológica y que gane en este campo tan enmarañado de la investigación del presente siglo.

Rafael Larco Hoyle
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